En varias ocasiones hemos discutido sobre la gran sensibilidad que presentan los narcisistas y psicópatas ante el menor indicio de ofensa. Sin embargo, su reacción no se detiene ahí, ya que sienten la imperiosa necesidad de superar a los demás y responder ante cualquier injuria recibida. Por lo tanto, aquellos que se atrevan a ofender a estos individuos deberán prepararse para lo que les espera.

Siempre hay consecuencias para la ira de un psicópata.
Cuando un psicópata percibe una supuesta ofensa, llega el momento del castigo, de enseñarle al ofensor con quién está lidiando, especialmente a la pareja e hijos/as, aquellos a los que siente que les pertenece y que no escaparán al menos al principio. Sin embargo, lo que distingue el castigo infligido por las personas con psicopatía es que es siempre indebidamente desproporcionado a los hechos. La retribución que este perfil busca infligir a su agresor es simplemente el resultado de su compulsiva necesidad de hacer que aquellos que lo rodean se sientan al menos tan mal como ellos se sintieron en el momento de la supuesta ofensa. Además, la falta de empatía y la incapacidad para experimentar sentimientos de culpa y remordimiento serán factores determinantes en la magnitud o severidad de la pena impuesta.
El castigo que se le impone a alguien que ha cometido una ofensa tiene dos propósitos fundamentales:
Al principio, se busca bloquear a la víctima, dejándola paralizada, en estado de shock, sin poder hablar o reaccionar ante lo que está experimentando y lo que está por venir. Inicialmente, los psicópatas tienden a exagerar la ofensa y, en ocasiones, incluso a sacarla de contexto. No sé si se han percatado de que en la mayoría de las veces no ha sido un acto intencionalmente ofensivo ni siquiera algo que se pueda considerar como ofensivo, por lo que el autor o autora no tiene conciencia de estar causando daño. Por lo tanto, la reacción del receptor es inesperada para el autor y no es sorprendente que entre en estado de shock. Si deseas continuar leyendo sobre las manipulaciones comunes, haz clic aquí. Sin embargo, todavía no es suficiente para los psicópatas, ellos necesitan ir un paso más allá y es cuando entra en juego la segunda función:
Es el momento de enseñar una lección, de imponer un castigo severo para generar temor en el agresor/a. Estos son los momentos en los que se aprovecha para someter y controlar las acciones, palabras y pensamientos del otro hacia la persona con psicopatía, con el objetivo de evitar que vuelva a cometer el supuesto acto ofensivo y prevenir que algo similar ocurra en el futuro. El miedo queda arraigado en la víctima. Con una actitud totalmente indiferente y un gran sentido de superioridad que le confiere confianza, tiene la necesidad de dejar en claro su dominio sobre los demás. La magnitud del castigo no se basa en la razón, sino que es completamente exagerada, inapropiada y no tiene ningún efecto reparador. Cuando una persona tiene un contacto constante con un psicópata, ya sea en una relación de pareja, en el trabajo o con familiares, comienza un proceso irreversible en el que la inseguridad en su propio comportamiento y la ansiedad se convierten en constantes en su vida. El psicópata ha tomado el control de la pareja y de sus acciones, lo que hará extremadamente difícil recuperarlo.
Psicópatas comúnmente sufren de las siguientes consecuencias punitivas.
Se trata de una experiencia alejada del entorno diario, donde no es necesario hacerlo en soledad, sino que se puede probar en diferentes lugares o con diferentes personas para volver a obtener esa dosis de ego que tanto necesitan. La pareja se siente preocupada y culpable debido a las desapariciones de los psicópatas, ya sea por días, semanas o incluso meses, lo cual aumenta su dependencia emocional.
Durante la desaparición, la pareja no solo se culpa a sí misma, sino que también experimenta un sufrimiento intenso debido al abandono repentino y a la respuesta exagerada a los hechos ocurridos. Esto la lleva a hacer todo lo posible para cambiar la situación, incluso asumiendo la culpa y adoptando un comportamiento obsesivo en cuanto a las comunicaciones. Por ejemplo, no se separa del teléfono y lo revisa compulsivamente varias veces al día, incluso llegando a verificar si funciona correctamente, desesperada por recibir alguna comunicación de su pareja. Este castigo resulta altamente eficiente para lidiar con los psicópatas, aunque su impacto en la víctima es extremadamente devastador. Con el tiempo, estas desapariciones tienen consecuencias: la pareja o víctima, para evitar sufrir tanto, asumirá la culpa de todos los acontecimientos a voluntad del psicópata, con el fin de evitar el horror de las desapariciones. Poco a poco, la capacidad de discernimiento de la víctima desaparece, haciéndola convertirse en marioneta de los deseos del psicópata. Ella ya se encuentra completamente atrapada en la relación. Si estás atravesando una situación así, deja de culpabilizarte. Esto es simplemente una de las manipulaciones más graves que tu psicópata utiliza para que sigas involucrada con él (o ella).
Una de las estrategias frecuentes en este perfil es utilizar el silencio como forma de comunicación. Es común que después de un conflicto, a veces se pierda la voluntad de hablar con la persona con la que se tuvo el conflicto. Sin embargo, cuando me refiero a un “silencio castigador”, no me refiero simplemente a eso. Me refiero a cuando alguien deja de hablarte durante días, semanas o incluso meses, e incluso he escuchado casos en los que la situación llega a extremos y la persona no habla durante años (lo cual, para ser honesto, no parece muy saludable en un matrimonio). Me refiero a cuando alguien que consideramos importante en nuestra vida deja de hablarnos con la intención de hacernos sentir culpables, manipular nuestros sentimientos y coaccionarnos para que asumamos la responsabilidad de lo sucedido. A aquel que está siendo castigado le resulta una tortura difícil de soportar.
El psicópata sufre de agotamiento.
A la fecha, se han llevado a cabo investigaciones sobre la incapacidad de aprendizaje en psicópatas a través de mecanismos de castigo y recompensa. Sin embargo, estos estudios se han realizado principalmente en población reclusa, es decir, en individuos criminales, y no en psicópatas integrados en la sociedad. Por lo tanto, con base en la evidencia recopilada y la experiencia narrada por las víctimas, además de las diferencias anatómicas, estructurales y funcionales del cerebro de los psicópatas, se afirma la existencia de esta anomalía en el aprendizaje. Sin embargo, la pregunta sigue sin respuesta, ya que el castigo hacia los demás es una constante en la relación con los psicópatas, quienes lo ejercen de manera magistral y deliberada. ¿Aprenden a ejecutarlo o conocen los efectos que tiene en los demás pero bloquean su propio proceso de aprendizaje de comportamiento? Creo que todavía hay mucho por descubrir sobre esta patología que causa tanto daño a los demás.
La depreciación y aislamiento de los narcisistas.
Sin embargo, a pesar de su impacto inicial en las víctimas, esta estrategia finalmente tiene consecuencias negativas para los psicópatas a mediano y largo plazo. Esto se debe a que las personas tienen la capacidad de cambiar, y un comportamiento degradante sostenido en el tiempo eventualmente agota a la víctima, lo que hace que pierda su efecto. El miedo y la baja autoestima son severamente afectados en la interacción diaria con los psicópatas. Sin embargo, llega un momento en el que hay un límite, un punto en el que la víctima comienza a ser consciente de su comportamiento y ya no le afecta de la misma manera. En este momento, se produce un cambio en la percepción del agresor. La persona deja de encontrar justificaciones o sentir empatía por sus conductas y, aunque aún pueda estar emocionalmente involucrada en muchos casos, comienza a ver los aspectos negativos de la persona. Esto puede llevarla a actuar de manera diferente, a veces no muy positiva, pero ya es significativo que haya habido un cambio en su actitud y comportamiento después de haber sufrido abuso.
Cuando el narcisista no recibe la suficiente adulación de su entorno, comienza a sentir rabia y se da cuenta de que ya no lo valoran tanto. Esto no le gusta y reacciona buscando aprobación fuera de la relación. Sin embargo, es importante aclarar que esto no implica que termine la relación y deje libre a la víctima. En el caso de este perfil, la admiración de los demás, especialmente de aquellos que lo rodean, es fundamental, tan vital como el aire para respirar. Sin embargo, cuando deja de recibir esta admiración y comienza a notar una disminución en su valoración por parte de los demás, es en ese momento cuando el narcisista experimenta un profundo sentimiento de soledad e incomprendido por los demás. Es muy probable que en este punto aumenten sus fantasías desmesuradas sobre sus habilidades y talentos.
La soledad es una consecuencia natural de los actos que uno realiza.
El narcisismo es costoso para las personas que lo padecen, ya que conlleva la soledad y la renuncia a establecer relaciones con los demás, en caso de que los demás no lo hayan hecho antes.
Los individuos con rasgos psicopáticos y narcisistas consideran a aquellos que dejan de adularlos y dejar de ser útiles para sus propósitos como enemigos.
La premisa es “Estás a mi lado o en mi contra”, y como consecuencia, la soledad se instala gradualmente.
En el estado de soledad narcisista, la persona centra constantemente su atención en sí misma, lo cual la convierte en una soledad inestable, que aprovecha a los demás y con frecuencia los manipula. Alice Miller expone la idea de la “prisión interna” en relación al sujeto narcisista, quien vive atrapado en un estado de aislamiento gradual del entorno. Además, la relación con los demás debe satisfacer su necesidad de reconocimiento y alimentar su ego a diario. Sin embargo, para los psicópatas, esta relación se convierte también en una peligrosa dependencia, ya que tienen una insaciable necesidad de siempre alimentar su ego y corren el constante riesgo de revivir el doloroso sentimiento de abandono y rechazo. La actitud narcisista que se adquiere durante la infancia puede llevar a una gran vulnerabilidad en los psicópatas, resultando en la pérdida del amor de los demás, especialmente de su pareja, y en el juicio negativo por parte de los demás.
Contrario a las personas no narcisistas, la cólera de los narcisistas no se disipa cuando desaparece la provocación, sino que persiste y se acumula dentro de ellos, influenciando su personalidad y volviéndolos amargados y vengativos. La furia de los narcisistas es infinita y está imbuida con el objetivo de asesinar y arruinar a aquellos que han contribuido directa o indirectamente a su sufrimiento y malestar. La mayoría no logra llegar a hacerlo, ya que no todos los grados de psicopatía les permite dar ese último paso que implicaría asesinar, aunque sí tienen la intención del asesino.